ESTO TAMBIÉN PASARÁ - CUENTO SUFÍ
Por Cesar Upegui
Había una vez un rey que mandó fabricar un anillo. Este anillo contenía el mejor de los diamantes. Cuando estuvo terminado, el rey reunió a los sabios de la corte, y les pidió que pensaran en un mensaje lo suficientemente pequeño como para caber debajo del anillo.
Un mensaje que pudiera ayudar en los peores momentos, en situaciones de total desesperanza. Los sabios comenzaron a pensar concienzudamente en el encargo del rey, una frase que con pocas palabras pudiera transmitir un mensaje que sirviera para animar en los peores momentos. No podían dar con una frase de estas características.
El rey tenía un criado anciano, que también había servido a su padre y había cuidado al rey desde que era pequeño, puesto que su madre falleció cuando él era niño, así que le trataba como si fuera de la familia, sintiendo hacia él un enorme respeto. Por tanto, el rey también le consultó.
“No soy un erudito ni un sabio, pero conozco el mensaje. Una vez atendí a un invitado de tu padre, y como agradecimiento, cuando se marchó, me dio este mensaje” dijo el anciano, mientras le daba un papelito doblado. “Pero no lo leas hasta que sea el momento oportuno”
Este momento no tardó en llegar. El país fue invadido, el rey perdió sus tierras y de pronto se vio perseguido por sus enemigos. Cabalgaba solo, huyendo de sus perseguidores, hasta que se vio en un camino sin salida. Entonces recordó el mensaje del anillo. Lo abrió, desdobló el papel y al fin leyó el mensaje: “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”. Mientras lo leía fue dejando de oír los pasos de los enemigos, le invadió un gran silencio. El rey dobló el papel y lo guardó en su sitio, bajo el diamante. Gracias a esas palabras encontró el valor para hacer frente a sus dificultades, reunió a sus caballeros y finalmente recuperó su reino.
El día de la gran fiesta para celebrar la reconquista se sentía orgulloso de sí mismo y muy agradecido al sirviente que le había regalado esas palabras. El anciano, que estaba sentado junto a él en el banquete, le dijo que volviera a leer el mensaje. El rey se extrañó, “si ahora estoy victorioso, no estoy desesperado ni acorralado”. El anciano respondió “este mensaje hay que recordarlo también en situaciones placenteras; no sólo cuando estás abajo, sino también estás arriba”. El rey leyó el mensaje de nuevo “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”. Ahora lo comprendió todo. El anciano le dijo “recuerda que todo pasa. Ninguna situación es permanente, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Aprende a aceptar los vaivenes de las situaciones, el tránsito de los distintos momentos y emociones.”
Había una vez un rey que mandó fabricar un anillo. Este anillo contenía el mejor de los diamantes. Cuando estuvo terminado, el rey reunió a los sabios de la corte, y les pidió que pensaran en un mensaje lo suficientemente pequeño como para caber debajo del anillo.
Un mensaje que pudiera ayudar en los peores momentos, en situaciones de total desesperanza. Los sabios comenzaron a pensar concienzudamente en el encargo del rey, una frase que con pocas palabras pudiera transmitir un mensaje que sirviera para animar en los peores momentos. No podían dar con una frase de estas características.
El rey tenía un criado anciano, que también había servido a su padre y había cuidado al rey desde que era pequeño, puesto que su madre falleció cuando él era niño, así que le trataba como si fuera de la familia, sintiendo hacia él un enorme respeto. Por tanto, el rey también le consultó.
“No soy un erudito ni un sabio, pero conozco el mensaje. Una vez atendí a un invitado de tu padre, y como agradecimiento, cuando se marchó, me dio este mensaje” dijo el anciano, mientras le daba un papelito doblado. “Pero no lo leas hasta que sea el momento oportuno”
Este momento no tardó en llegar. El país fue invadido, el rey perdió sus tierras y de pronto se vio perseguido por sus enemigos. Cabalgaba solo, huyendo de sus perseguidores, hasta que se vio en un camino sin salida. Entonces recordó el mensaje del anillo. Lo abrió, desdobló el papel y al fin leyó el mensaje: “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”. Mientras lo leía fue dejando de oír los pasos de los enemigos, le invadió un gran silencio. El rey dobló el papel y lo guardó en su sitio, bajo el diamante. Gracias a esas palabras encontró el valor para hacer frente a sus dificultades, reunió a sus caballeros y finalmente recuperó su reino.
El día de la gran fiesta para celebrar la reconquista se sentía orgulloso de sí mismo y muy agradecido al sirviente que le había regalado esas palabras. El anciano, que estaba sentado junto a él en el banquete, le dijo que volviera a leer el mensaje. El rey se extrañó, “si ahora estoy victorioso, no estoy desesperado ni acorralado”. El anciano respondió “este mensaje hay que recordarlo también en situaciones placenteras; no sólo cuando estás abajo, sino también estás arriba”. El rey leyó el mensaje de nuevo “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”. Ahora lo comprendió todo. El anciano le dijo “recuerda que todo pasa. Ninguna situación es permanente, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Aprende a aceptar los vaivenes de las situaciones, el tránsito de los distintos momentos y emociones.”
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